¿Qué teatro necesitamos?
“Un teatro casi ‘perfecto’ (virtuosidad de los actores, cuidado infinito de las luces, belleza simple del dispositivo escénico, lengua trabajada, a la vez ruda y poética...) pero liviano y puro, es decir dirigido hacia lo esencial, frontal y enérgico, que le pida al público el apoyo de su risa, de su presencia de su concentración. Un teatro cuya pureza móvil haga tambalear la morosidad timorata de las opiniones establecidas. Queremos un teatro que no sea un espejo -o un doble- del mundo a la vez confuso, frenético y estancado al que nos arrastra la sombría dictadura de las ganancias. Que sea un esclarecimiento, una elucidación, una incitación.
(...)
El teatro debe pensar su propia Idea. Solo nos puede guiar la convicción de que, hoy mas que nunca, el teatro, en la medida en que pensa, no es un dato de la cultura, sino que es arte. El público no va al teatro para que allí se lo cultive. No es un repollo. El teatro compete a la acción restringida, y toda confrontación con el índice de audiencia será para él fatal. El público va al teatro para ser sorprendido. Sorprendido por las ideas-teatro. No sale de allí cultivado sino aturdido, cansado (pensar cansa), ensimismado. No encontró, ni siquiera en la risa mas enorme, con qué satisfacerse. Encontró ideas de las que él no sospechaba la existencia.”
Alain Badiou "Imágenes y palabras" (2005)
Alain Badiou "Imágenes y palabras" (2005)
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